jueves, 26 de marzo de 2015

Campo de fuerza hecho con rayos láser


Hemos visto en películas de ciencia ficción, cientos de campos de fuerza que protegen a infinidad de naves espaciales y vehículos terrestres. Ahora la compañía "Boeing" ha patentado en los Estados Unidos un método o sistema que atenúa la intensidad de una onda de choque. Un tipo de arco electromagnético.

La idea de la patente es generar este campo de fuerza por medio de rayos láser que en conjunto con sensores, podrán determinar la dirección de la explosión para formar un campo de plasma por ionización y evitar el impacto. Este método puede usarse para proteger vehículos, edificios, aviones y barcos. Por ahora solo es una patente registrada pero seria muy interesante ver muy pronto su desarrollo.




Este extintor usa ondas sonoras para apagar el fuego

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Dos estudiantes de la Universidad George Mason en Virginia han elaborado un extintor que genera ondas sonoras para apagar el fuego. Robertson y Tran desembolsaron $600 dólares para equipar su dispositivo con amplificadores y altavoces que generan una frecuencia de 30 a 60 hertz. 

En el siguiente vídeo observamos como este par de jóvenes apagan un fuego menor provocado con alcohol. Ellos están seguros que con algunos ajustes podría apagar fuegos mas intensos de estructuras mas grandes. Por ahora los chicos tienen una solicitud preliminar de patente y buscaran revolucionar al tradicional extintor.




La próstata femenina: historia, morfología funcional e implicaciones forenses


Zaviacic, M., Zaviacic, T., Ablin, R.J., Breza, J., Holoman, J. 2000.Sexologies. Vol., No.41

La Comisión Federativa Internacional sobre Terminología Anatómica (CFITA) en la reunión del 2001, en Orlando, FL, USA, acordó incluir el término próstata femenina (próstata femenina) en su próxima edición de Terminología Histológica, que se publicó en Octubre de 2008. Esta decisión prohíbe el uso posterior de los términos glándulas y/o ductos parauretrales, o el de Glándulas de Skene para nombrar a la próstata en la mujer.



Resumen

                Regnier de Graaf, un fisiólogo e histólogo Holandés, fue el primero en describir la próstata femenina y en usar este término, así como también el primero en intentar explicar la función de este órgano femenino. La  descripción del Ginecólogo Escocés Alexander J.C. Skene se convirtió en el tema de un considerable debate, aumentando la falta de interés e importancia hacia la próstata femenina a pesar de los elegantes estudios del Ginecólogo Americano Huffman. Al inicio del siglo XX, la próstata femenina era referida como los ductos parauretrales y glándulas de Skene, un órgano vestigial, rudimentario e insignificante, sin ninguna importancia en la vida de la mujer. La producción del Antígeno Prostático Específico y Fosfatasa Ácida Prostática en las glándulas parauretrales y ductos de Skene, y los parámetros estructurales y funcionales, así como las enfermedades similares a aquellas de la próstata masculina han proporcionado evidencia convincente para aceptar la existencia de la próstata en la mujer. El Comité Federativo Internacional sobre Terminología Anatómica (CFITA), en la Reunión del 2001, en Orlando, FL, USA, ha acordado mencionar el término próstata femenina (próstata femenina) en su nueva edición de Terminología Histológica. Esta decisión prohíbe el uso posterior de los términos de glándulas parauretrales y ductos, o el de glándulas de Skene para designar a la próstata en la mujer.  La investigación contemporánea presenta a la próstata femenina como un órgano con parámetros inferiores (peso, tamaño  y productividad funcional) si se le compara con la próstata masculina. Su peso promedio es de 5.2 gr., representando  1/5 parte del peso de una próstata masculina del adulto. La próstata femenina está situada en la pared de la uretra lo que limita su tamaño y peso. A pesar de su menor tamaño, su equipo celular  desempeña una función exócrina (producción de fluido prostático femenino) y neuroendócrina. Al igual que en la próstata masculina, la próstata femenina está formada por glándulas, ductos y células de músculo liso (tejido músculo-fibroso).  La estructura, incluyendo la ultraestructura de células secretorias (luminales), basales (de reserva) y células intermedias de las glándulas prostáticas femeninas, corresponde a la estructura de las mismas células en las glándulas de la próstata en un hombre adulto.  La producción de antígenos altamente específicos de la próstata masculina, como son el Antígeno Prostático Específico y la Fosfatasa Acida Prostática Específica, en este órgano femenino implica la necesidad de usar el término inequívoco de  “próstata” también en la mujer. Esto excluye el epónimo de “glándulas de Skene”, o la descripción histológica del término “glándulas parauretrales y ductos”, aún usado incorrectamente en la actualidad por algunos para identificar a la próstata femenina. La decisión terminológica del CFITA  al introducir el término “prostata feminina”, toma en consideración los nuevos datos en la investigación de la próstata femenina.

Historia  

     En 1672, Regnier de Graaf presentó la primera descripción de la próstata femenina y fue también el primero en usar este término (De Graaf, 1672). En su “Nuevo tratado concerniente a los órganos generativos de la mujer”...este fisiólogo e histólogo holandés, describió un año antes de su muerte la estructura de la próstata femenina de una forma sorprendentemente exacta para su época, señalando que estaba formada por glándulas y ductos alrededor de la uretra. También fue el primero en intentar explicar su función al escribir: “la función de la próstata (corpus glandulosum) es generar un jugo pituito-seroso que hace a la mujer más libidinosa y lubrica sus partes sexuales durante el coito (Jocelyn et al. 1972)”. Aunque la idea de De Graaf sobre la homología de las glándulas parauretrales y sus ductos con la próstata masculina fue producto de su intuición, el descubridor de la próstata femenina ha sido él sin lugar a dudas.

     El Ginecólogo escocés Alexander J.C. Skene (1838-1900) desempeñó un rol bastante controversial en la investigación de la próstata femenina. Su idea, publicada 200 años después del trabajo de De Graaf, dónde identificaba a la próstata femenina como dos ductos parauretrales (dos importantes glándulas de la uretra femenina) que se abren a los lados del orificio uretral (Skene, 1880) ejerció un efecto inhibitorio sobre avances posteriores en la investigación de la próstata femenina, a pesar del hecho de que Huffman expresó su desacuerdo con algunas de las conclusiones de Skene (Huffman, 1948, 1951). Aún a la fecha, la próstata femenina es conocida por muchos Ginecólogos y Uro-ginecólogos bajo el nombre de glándulas de Skene. En el pasado, la próstata femenina ha interesado a autoridades de la Biología y la Medicina, tales como Astruc (1737), Virchow (1853) y varios otros, mencionados por Huffman (1948) y después por Stifter (1988). El Profesor Rudolf Virchow (1821-1902) la consideró como un órgano genito-urinario de la mujer por derecho propio, al cual dio considerable atención. Él fue el primero en describir en las glándulas de la próstata femenina los “corpora amilacea”, los cuales se sabía que sólo estaban presentes en la próstata masculina.

     A pesar del gran interés y actitud favorable de Rudolf Virchow hacia este campo de investigación, no hubo un gran adelanto en la investigación de la próstata femenina ya que en esa época las necropsias y los macro diagnósticos eran predominantes en el estudio de la Patología, mientras que las biopsias y los métodos histológicos se encontraban apenas en sus etapas iniciales de desarrollo como actividades investigativas. En ese tiempo y en tiempos posteriores, el interés de los clínicos por la próstata femenina ha sido menor que el de los morfólogos.

     En la actualidad presenciamos un renovado interés por parte de los urólogos y ginecólogos respecto a la próstata femenina, asociado con una gran cantidad de nueva información sobre el Antígeno Prostático Específico, y sus potenciales implicaciones en la mujer. En forma similar a la próstata en el hombre, la próstata femenina es considerada la principal productora del Antígeno Prostático Específico en la mujer (Zaviacic y Ablin, 1998, 2000). La falta de interés clínico se debe a que, comparada con la masculina, la próstata femenina es menos afectada por enfermedades, y aquellas que se presentan son usualmente de menor severidad. Hasta ahora, sin embargo, los datos clínico-patológicos exactos sobre las enfermedades de la próstata femenina y su incidencia actual no están disponibles.

     El término próstata femenina fue comúnmente usado hasta inicios del siglo XX. En esa época el término se basaba principalmente en los datos embriológicos que mostraban que las glándulas de Skene y la próstata masculina se originan a partir del mismo primordium embriológico, el seno urogenital. Aún a la fecha, muchos libros de texto presentan estos hallazgos embriológicos como el único argumento a favor de la homología entre las glándulas de Skene (próstata femenina) y la próstata masculina (Campbell, 1954; Egloff, 1972; Kurman, 1994). Desafortunadamente, y al parecer, de manera justificada, para la mayoría de los científicos los hallazgos embriológicos que apoyan la noción de homología entre las 2 estructuras genitourinarias, no han sido suficientes para aceptar de manera absoluta e inequívoca la existencia de la próstata en la mujer.

     Por otra parte, desde inicios del siglo, podemos rastrear una tendencia opuesta, considerando a las glándulas parauretrales de Skene como un órgano femenino insignificante, rudimentario y vestigial, el cual no desempeña ningún rol en la vida de la mujer. El concepto vestigial de la próstata femenina se ha basado principalmente en las diferencias macroscópicas entre el tamaño de las glándulas prostáticas en los dos géneros. La diferencia de tamaño, que desfavorece a la próstata femenina, le permitió a muchos inferir que sería incapaz de funcionar, o de por lo menos tener una función comparable con la próstata masculina. Por otro lado, la próstata femenina fue considerada clínicamente no problemática, y eso aparentemente ha respaldado la noción del concepto vestigial.  La próstata masculina presenta un ejemplo clásico de un órgano dependiente de andrógenos, mientras que en el caso de la próstata femenina la pregunta de si, y en qué proporción su funcionamiento es dependiente de hormonas, no ha sido contestada satisfactoriamente.

     A pesar de esto, nuestro primer estudio de microscopía electrónica acerca de la ultraestructura de la próstata femenina normal indicó que en su función, y particularmente en sus células secretorias, los estrógenos pueden desempeñar un rol igualmente significativo (Zaviacic et al. 2000) al que juegan los andrógenos en la maduración y función de la próstata masculina. Para los urólogos, endocrinólogos, ginecólogos y uro-ginecólogos, esta conjetura debería estimular un mayor interés para el estudio de la relación entre la próstata femenina y las hormonas sexuales, la cual ha recibido poca atención desde la década de los 30´s (Korenchevsky, 1937).

     La historia del estudio de la próstata femenina se extiende desde la posición vestigial hasta el concepto actual no vestigial, que se ha desarrollado desde principios de los 80´s, y que fue abordado en nuestras publicaciones previas, en las cuales se presentaron evidencias inequívocas sobre la posición no vestigial de la próstata femenina. La atención de aquellos interesados en este tópico debería dirigirse especialmente hacia la tesis del Doctorado en Ciencias del primer autor de esta revisión y en otras publicaciones anteriores (Zaviacic, 1984; 1987; Zaviacic y Whipple, 1993; Zaviacic et al. 1983, 1985) así como en otras más recientes (Zaviacic y Ablin 1998, 2000; Zaviacic, 1999, 2001; Zaviacic y Whipple, 2001; Zaviacic et al. 2000). Una amplia panorámica histórica acerca de la próstata femenina y de su función en el fenómeno de la eyaculación femenina, junto con diferentes actitudes sobre este tema en las diferentes culturas, incluyendo a la India y Japón, puede ser encontrada en el trabajo de Stifter (1988).

     Las publicaciones de Huffman (Huffman 1948, 1951) proporcionan importantes datos concernientes específicamente a la ortología y patología de la próstata femenina, al tiempo que también aborda los aspectos históricos. Los primeros estudios, registrados hacia la primera mitad del siglo XX, merecen también ser mencionados (Evatt, 1911; Johnson, 1922; Korenchevsky, 1937; Petrowa et al. 1939; Caldwell, 1941; Folsom y O’Brien, 1943; 1945; Deter et al. 1946). Ellos han contribuido gradualmente a conformar la visión actual sobre este órgano femenino e influenciaron las conclusiones de Huffman que han tenido un impacto perdurable sobre la investigación de la próstata femenina.

     La presente investigación intensiva sobre la próstata femenina, la cual inició a principios de los 80´s, ha tenido éxito al presentar a este pequeño órgano del sistema genitourinario de la mujer como un órgano con estructura y función definida. Aún se siguen acumulando más parámetros clínicos y morfológicos, los cuales demuestran ser idénticos o por lo menos comparables con aquellos de la próstata masculina.

     En patología, el foco de atención está puesto  sobre el carcinoma, la hiperplasia benigna y la inflamación de la próstata femenina. El valor de varios marcadores prostáticos y especialmente del Antígeno Prostático Específico (APE) en el estudio de la próstata normal y alterada patológicamente está siendo enfatizado. Además se han actualizado los hallazgos de los aspectos relacionados con lo clínico, sexológico, forense-sexológico, gineco-urológico, cronobiológico y médico-forense.

     La intensiva investigación y actividades de publicación en las últimas dos décadas han influido  nuestra opinión acerca de este órgano, documentada por diferentes enfoques de los mismos autores y expresados en publicaciones que aparecieron dentro de un periodo relativamente corto de tiempo (Wernert y col., 1992, Sesterhenn et al. 1998).

     Estamos confiados de que tales cambios en la opinión ocurrieron también debido a la considerable influencia de nuestros numerosos estudios sobre la próstata femenina publicados durante los últimos 20 años, tanto como nuestras recientes contribuciones publicadas junto con el Dr. R.J. Ablin, PhD, descubridor del Antígeno Prostático Específico (Zaviacic, 1997; Zaviacic y et al. 1994). Estas contribuciones aparecieron en la Correspondencia del Journal of the National Cancer Institute (Zaviacic y Ablin, 1998), en Cartas al Editor del Journal of Urology (Zaviacic y Ablin, 1998), en la Revisión como invitado en The Jounal of Histology and Histopathology (Zaviacic y Ablin, 2000).

Macroanatomía, morfología funcional e implicaciones sexológicas de la próstata femenina

     Mientras que la próstata masculina rodea a la uretra, la próstata femenina (figura 1) se distribuye sobre la pared de la uretra (Huffman, 1948; Zaviacic y col., 1983, 2000; Wernert y col., 1992). Esta es la principal diferencia macroscópica entre las glándulas prostáticas masculina y femenina. El grosor de la pared y la longitud de la uretra femenina limitan el tamaño de la próstata, que es más pequeña que en el hombre debido a estas razones. No obstante, y a pesar del menor espacio disponible para la próstata femenina, esta posee todos los componentes estructurales característicos de la próstata masculina (Zaviacic, 1987, 1999).



Figura 1. La próstata femenina en la pared de la uretra femenina (U). La relación se muestra entre la uretra femenina con el tejido prostático, el septo uretro-vaginal (UVS) y el canal vaginal (V).

     El peso promedio de la próstata en la mujer adulta es de 5.2 g y su tamaño es de 3.3 cm de longitud, por 1.9 cm de ancho, por 1.0 cm de altura (Zaviacic y col., 2000). Si consideramos el tipo meatal, como el más frecuente tipo de próstata femenina que se encuentra en aproximadamente el 70% de las mujeres adultas, y que presenta la mayor cantidad de tejido prostático en la parte distal de la uretra femenina (Figura 2), entonces el peso de la próstata variaría dentro del rango de 2.6 a 5.2 gr. (Zaviacic y col., 2000; Zaviacic, 1999) y representa apenas 1/5 parte del peso promedio (23.7 gr.) de la próstata masculina del adulto (Thackray, 1978; Williams y Warwick, 1980; Petersen, 1994).

     La próstata femenina posee histológicamente las mismas estructuras que la próstata del hombre, por ejemplo, sus glándulas, ductos, y músculo liso. Los ductos son más numerosos que las glándulas y también exceden el número de ductos que posee la próstata masculina. La musculatura lisa (tejido musculofibroso) es también más abundante en la próstata femenina comparada con la masculina (Zaviacic, 1987, 1999; Zaviacic y col. 2000). Los ductos prostáticos (parauretrales) no se abren hacia la vulva a los lados del meato de la uretra femenina, ellos más bien penetran hacia el lumen de la uretra a lo largo de toda su longitud (Huffman, 1948; Zaviacic et al. 1999; Zaviacic et al .2000), y es a través de la uretra y no a través de aberturas separadas que la próstata femenina descarga su contenido (Zaviacic, 1999; Zaviacic et al. 2000).

     De forma similar a la masculina, la próstata femenina tiene por lo menos dos funciones principales (Zaviacic, 1999): exócrina - producción del fluido prostático femenino – y neuroendócrina - producción de serotonina -. La función exócrina se aprecia debido a su particular estructura, que incluye la presencia de células basales y secretorias con su aspecto ultraestructural característico. Las células cilíndricas secretorias (luminales) son el tipo predominante tanto en la glándula masculina como femenina. El citoplasma apical contiene abundantes elementos secretorios (vacuolas secretorias y gránulos), retículo endoplásmico rugoso, aparatos de Golgi desarrollados y numerosas mitocondrias. Esos organelos caracterizan la actividad secretoria de las células del epitelio de la próstata femenina que produce secreciones apócrinas (protuberancias del citoplasma apical) y merócrinas (vacuolas secretorias y gránulos). El análisis ultraestructural de la próstata femenina normal realizado por medio de microscopía electrónica de transmisión confirmó que, en forma similar a como ocurre en el hombre postpúber, las glándulas prostáticas en la mujer adulta muestran células basales y secretorias morfológicamente maduras (Fig.3) (Zaviacic, 1999 y referencias allí mismo; Zaviacic y col., 2000).

     Como en el hombre, también en la próstata femenina, especialmente en sus células secretorias localizadas luminalmente, se ha determinado histoquímicamente la presencia de Fosfatasa Acida Prostática, usando los métodos de Serano y Gomori (Zaviacic, 1984).


     La demostración Histoquímica de la E-600 Esterasa Sensible y la Glucosa-6-Fosfatasa indican actividad secretoria de las células prostáticas femeninas. Estas enzimas están involucradas en la síntesis proteica, participando en la producción del fluido prostático femenino (Zaviacic, 1984). Con respecto al espectro de las enzimas determinadas, el equipo enzimático de las próstatas masculina y femenina es equiparable. Sin embargo algunas diferencias fueron observadas en la actividad de algunas enzimas prostáticas (como la Naftil Esterasa, Glucosa-6-Fosfatasa, y algunas deshidrogenasas) en mujeres en edad reproductiva, comparadas con mujeres post-menopaúsicas, lo que potencialmente indica una capacidad de variación funcional de la próstata en el curso de la vida de la mujer (Zaviacic et al. 1989).

     El antígeno prostático específico (APE) es actualmente el indicador más frecuentemente usado para la identificación de tejido prostático normal y patológicamente alterado en la mujer (Pollen y Dreillinger, 1984; Zaviacic et al. 1994; Zaviacic, 1997, 1999; Zaviacic y Ablin, 2000). Inmunohistoquímicamente, el APE se produce en las células secretorias altamente especializadas de la capa apical de la próstata, así como en células uroepiteliales de otras áreas del tracto urogenital femenino (Zaviacic, 1999). En la práctica clínica, el APE es un indicador valioso en el diagnóstico y monitoreo de enfermedades de la próstata femenina, particularmente del carcinoma. Además de otras evidencias, el concepto no-vestigial de la próstata femenina está basado en la actualidad en la demostración de antigenicidad similar entre la próstata masculina y la femenina, como se evidencia por la reacción positiva al APE y a la Fosfatasa Acida Prostática Específica (FAPE). La producción de un Antígeno altamente específico de la próstata masculina por parte de las glándulas de Skene justifica por sí mismo el uso del término próstata femenina, actualmente aceptado por el Comité Federativo Internacional sobre Terminología Anatómica.

     Considerando la expresión inmunohistoquímica del APE en diferentes muestras de tejidos femeninos, es evidente que en la mujer, de manera similar a como ocurre en el hombre, la próstata es la principal fuente del APE (Zaviacic et al. 1999, 2000). Con respecto al tejido mamario patológico y otros tejidos que se sabe producen APE, en el paciente masculino y femenino la cantidad total de esta sustancia en suero y orina es igual a la suma de la producción del tejido normal y el tejido patológico extraprostático (Zaviacic et al. 2000).

     Morfológicamente, se encontró que el eyaculado femenino está constituido por componentes celulares, mucosos y urinarios. El componente celular del eyaculado femenino está formado por células escamosas del tipo vaginal, originándose principalmente a partir del epitelio de la uretra femenina y los ductos prostáticos (parauretrales) grandes (Zaviacic, 1999, 2001). En el análisis bioquímico de las expulsiones uretrales (eyaculado femenino), se encontró que éste tenía una concentración significativamente mayor de componentes originados en la próstata femenina, particularmente de la fosfatasa ácida prostática y de antígeno prostático específico, y una concentración significativamente menor de urea y creatinina que los especímenes de orina obtenidos a partir de las mismas mujeres (Zaviacic, 1999).

     Los aspectos forenses del eyaculado femenino -que contiene fluido prostático- y el fenómeno de la eyaculación femenina como tales son de gran interés para dos temas: crítica al significado de la prueba de la fosfatasa ácida como evidencia de violación en mujeres y abre la posibilidad de estudiar los mecanismos de secreción de la próstata femenina. Ver los detalles en el libro (Zaviacic, 1999) y en nuestros artículos recientes (Zaviacic, 2001; Zaviacic y Whipple, 2001).

     Se encontró que la prueba de la Fosfatasa Acida no tiene significado forense como evidencia de violación para identificar manchas de semen que no contenían espermatozoides, ya que la misma positividad a la Fosfatasa Acida fue detectada en el eyaculado femenino en manchas in vitro y en manchas originadas in vivo en la ropa íntima de las mujeres. De manera que, las manchas que reaccionaron positivamente pueden originarse en la mujer, sin la participación del hombre. En la actualidad, en la época de los análisis forenses con ADN, nuestros hallazgos histoquímicos macroenzimáticos son de importancia histórica más que forense, para proporcionar evidencia de violación en las mujeres (Zaviacic, 1999). Por otro lado, los hallazgos histoquímicos y macroenzimáticos de fosfatasa ácida en aquellas partes de la ropa íntima que están en constante contacto con los genitales femeninos son indicativos de la existencia de una secreción continua por parte de la próstata femenina (Zaviacic, 1999, 2001). De manera similar como sucede en el hombre, la iniciación de la secreción prostática femenina precede al inicio de la pubertad (Zaviacic, 1999).

     El mecanismo de la eyaculación, es decir, el fenómeno biológico de las expulsiones uretrales en la mujer, el cual, contrariamente al hombre, no está involucrado directamente en la reproducción, constituye  un fenómeno atractivo de la sexualidad femenina, y es un modo alternativo de evacuación de la próstata. La eyaculación es inducida con mayor frecuencia por la estimulación de la zona erógena ubicada en la parte anterior de la vagina, el llamado Punto G (Zaviacic et al., 1988). La estimulación del clítoris o el masaje suprapúbico del cuello de la vejiga urinaria son formas relativamente raras de inducir las expulsiones uretrales (Zaviacic, 1999, 2001; Zaviacic and Whipple, 2001). La asfixia acompañada de estrangulamiento, la sofocación y el ahorcamiento, fenómenos típicos para los médicos forenses durante la autopsia, son factores que también desencadenan expulsiones uretrales (eyaculaciones femeninas). El conocimiento de que el fenómeno de la eyaculación femenina potencialmente podría también jugar un rol motivador en el peligrosamente erotizado y a veces peligroso para la vida comportamiento parafílico de la asfixiofilia (Koczwarism), serviría para mejorar el diagnóstico de casos letales que frecuentemente se confunden con suicidio en lugar de ser considerados como accidentes fatales (Zaviacic, 1999, 2001 y las referencias allí mismo).
El estudio de la Patología de la próstata femenina ha permanecido sin ser investigado debido a la prolongada falta de interés en este órgano femenino por parte de los urólogos, ginecólogos, uroginecólogos, y patólogos. Cuando se evalúa críticamente nuestro conocimiento actual sobre la patología de la próstata femenina, se ha hecho un considerable avance sólo en el estudio del carcinoma prostático femenino. La identificación Inmunohistoquímica del APE y de la FAPE en células tumorales y en metástasis, ha sido utilizada para el diagnóstico del Carcinoma prostático; y la determinación sérica del APE ha probado su utilidad en el monitoreo de la enfermedad (Zaviacic, 1999 y las referencias allí mismo).

     El fluido de las expulsiones uretrales (eyaculado femenino) contiene componentes prostáticos femeninos, principalmente Antígeno Prostático Específico y Fosfatasa Acida Prostática Específica, además de Fructuosa, lo cual claramente confirma, especialmente, con respecto a los dos primeros parámetros, la participación de la próstata en la producción del eyaculado femenino. Dicho eyaculado exhibe propiedades importantes para temas específicos en urología, urología ginecológica, cronobiología, sexología, sexología forense, medicina forense y medicina reproductiva. Una mejor comprensión del fenómeno de la eyaculación femenina puede conducir a la resolución de varios problemas relacionados a los tópicos de la incontinencia urinaria femenina, los mecanismos secretorios de la próstata femenina, la evidencia de violación en la mujer, la urocitología hormonal exfoliativa, así como la calidad de la vida sexual femenina, presentando a la eyaculación femenina como un fenómeno normal y atractivo de la sexualidad femenina (Zaviacic, 1999 y las referencias allí mismo).


                                                                                              Pr Milan Zaviacic,
                                                                                              Professor and Head,
Department of Pathology,
Comenius University School of Medicine
                                                                                              
                                                                                              Sasinkova 4811 08, Bratislava
                                                                                                    Slovak Republic (Slovakia)
                                                                                              
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